sábado, octubre 27, 2007

Cuando se cierra una puerta se abre una ventana...

Me he quitado, literalmente, los anillos y las pulseras para escribir este post. Y además, me he liado un pitillo, que entre que se apaga y no se apaga, "dura más". Sólo me falta una copa de vino para sentirme como Bukovsky..., o más bien como Ciorán, ya que hoy no voy a hablar de actos decadentes, sinó de la decadencia de mi ser.

Llevo mucho tiempo sin escribir nada. No podía. En mi último post me limité a mandarme a casa..., y eso fué exactamente lo que hize, recluirme en mi misma, en mi cueva y no he salido al exterior hasta hace un par de semanas. He necesitado, además, unos días para ver las cosas con perspectiva, para poderme expresar.

A veces necesitamos hibernar. Estar un tiempo recluidos en una especie de burbuja invisible, y solos. Y a veces necesitamos de la química para sobreponernos a nuestras emociones, o para ser más claros, a nuestro sistema nervioso. He estado de baja, me he empezado a medicar y he tenido un par de sesiones extra con mi terapeuta. Todo me ha beneficiado muchísimo, sin duda. Pero lo que creo que me ha sacado del hoyo definitivamente ha sido empezar a hacer realidad algunas de las cosas de mi lista de "cosas que hacer durante mi década de los 30". Mis ilusiones y mis metas. El master es, desde luego, lo que ha hecho que mi mente pegue un giro de 180 grados. No sólo por la gente que estoy conociendo y la posibilidad de hacer amigos nuevos de diversas nacionalidades y tal, sinó porque por primera vez en mi vida estoy haciendo algo que me APASIONA de verdad, que me REALIZA y que me ABRE LAS PUERTAS a una profesión con futuro. Por primera vez no veo mi futuro como algo oscuro e incierto. Me veo proyectada, y sólo con eso ya me siento feliz.

Algo ha cambiado en mí. Y no sé qué es. Me sustentan, también por primera vez en mi vida, mis proyectos más inmediatos y la sensación de novedad. Sólo tengo que aprender a controlar mi energía, que a veces siento que se desborda y que me arrastra. Estoy impaciente por llegar al final del camino, y lo curioso es que el final está a solo unos meses vista y que no sé que pasará después. Pensándolo bien, creo que eso es lo que de verdad me impulsa..., la curiosidad.

Se me han cerrado algunas puertas..., y otras las he cerrado yo por voluntad propia. Pero aquí estoy, abriendo ventanas. Necesito AIRE. ¿Me entendéis? ¿O debería rezarle una oración a Ciorán?