jueves, septiembre 29, 2005

Perras

El otro día me marché enfurecida de casa, a las 11 de la noche, tras discutir con mi sista sobre tareas domésticas.

La verdad es que 27 años de convivencia con mi hermano me han convertido en una histérica de la limpieza. Mi hermano es el TÍPICO TÍO que no sabe ni dónde se guarda la escoba y yo soy la TÍPICA TÍA que no soporta vivir como en el lejano oeste.

Mi sista es una tía, pero a veces se comporta como un TÍPICO TÍO, cosa que me saca a mí de mis casillas.
Después de prepararle la cena, poner la mesa y cenar, mi sista dijo: Muy bueno, gracias, me voy al sofá.
Ni sacar la mesa, ni fregar los platos, ni ná.
Y a mí me poseyó el monstruo de la limpieza que llevo dentro y a ella le poseyó el mostruo de la vagancia, y poseídas la dos dijimos cosas que no queríamos decir. Ella, que si no me gustaba limpiar los pelos de su perra que ya sabía dónde estaba la puerta. Yo, que se lo hiciera mirar porque era una enferma mental.

Portazo.

Llamadas no contestadas.

Mensajito de perdón.

Llamada amigable.

Risas.

Ayer me enviaron un email de una revista neoyorquina online de animales. Han publicado una foto mía. ¿Adivináis de quién? Jaja! De mi sista con su perra, la de los pelos que no quiero limpiar más y que si no me gusta ya sé dónde está la puerta.
¿Será una señal?

Si queréis verla ir a www.housepetmagazine.com y clickar en SHARE YOUR PHOTOS. La mía es la 6ª.

jueves, septiembre 22, 2005

Zinkeando

Si tuviera una discusión con alguien sobre cuales son las tareas domésticas más aburridas y desesperantes, seguro que me llevaba la palma con lo de TENDER CALCETINES. Pero no os voy a aburrir ni a desesperar con mis argumentos. Simplemente diré que:

NO-LO-SOPORTO.

Ya está dicho.

Ala, me voy de fiesta.

martes, septiembre 20, 2005

Ojo!

...La libertad siempre da algo de miedo cuando se ve de cerca, ¿no lo sabías?...

viernes, septiembre 16, 2005

¿No te encanta cuando alguien te dice de la forma más natural posible: Te hecho de menos? Y enseguida notas, por el tono de la voz, o por la urgencia de la mirada, que lo dice de verdad.

El cariño genuino de la gente que me rodea me llena de alegría.
Espero que dure.
Porque me hace feliz.

Puaj!

Llega el Otoño y con él la necesidad imperiosa de renovar el vestuario.
No sé vosotras (o vosotros) pero yo NO TENGO NADA QUE PONERME. Jejejeje, jajajaja, jujujuju...! Ya sé, es tan típica esa frase que da ganas de morirse de la risa, o mejor aún, de matar a quién la pronuncia. Pero es que en mi caso es la pura verdad.

Veréis, yo trabajé en Zara 4 meses, hace 5 años. 5 años, repito, por si alguien pasa olímpicamente de fijarse en las fechas. Durante esos 4 meses, mi sista y yo nos dedicamos a realizar nuestro trabajo con eficiencia y entusiasmo, al tiempo que desbalijábamos a la empresa. Robamos como medio millón de pesetas en ropa. La que no vendimos luego por ahí, nos la quedamos. Y ese ha sido más o menos mi atuendo durante estos 5 AÑOS. 5 AÑOS LLEVANDO ROPA DE ZARA. Ropa que aún tengo pero que es de hace 5 TEMPORADAS. Es triste. No para alguien a quién le importe un comino la moda. Sí para mí.

El año pasado no me compré nada excepto un abrigo del que me siento especialmente orgullosa y que voy a usar este invierno, no porque no me gusten los nuevos y preciosos y originales abrigos que se venden ya en las tiendas, sino porque comprarse hoy en día un abrigo es como una pequeña inversión.
Abrigo, botas, tejanos... todo pequeñas inversiones. Puedes mirarte un buen día de la cabeza a los pies y hacer un repaso mental y pensar: Bueno, llevo 1300 euros en ropa, el sueldo anual de un padre de familia gambiano. Si lo junto con todos los modelitos que tengo en el armario y lo vendo me puedo comprar un coche.

¿Por qué está todo tan caro?
Ayer revisé mi armario y la sirena de alarma me animó a irme de tiendas. A medida que iba entrando y saliendo de las tiendas me iba deprimiendo más y más. ¿Sabéis esa sensación de 'me gusta todo y no puedo comprarme nada'? Los zapatos no bajan de los 150 euros, los pantalones igual, las camisetas se van a los 50 y los jerseys, esos que no se llenan de bolas al primer lavado cuestan entre 70 y 100 euros.

Mi tío en Gambia cobra 40 euros al mes, y con esos 40 euros comen, se visten y viven 6 personas, 4 niños y 2 adultos. Viven mal, está claro, pero viven. Y yo me siento culpable ahora que lo sé porque cómo voy a disfrutar de unas botas de 150 euros, sabiendo que si le enviara ese dinero en vez de comprármelas, les haría la vida mucho más fácil.

El mundo está del revés. Me resulta muy extraño hablar de dinero ahora que he estado conviviendo con gente realmente pobre. Yo soy pobre aquí, en el primer mundo, pero mi familia lo es en el Tercero. Y la diferencia, en nuestras comunes y respectivas pobrezas, es abismal. Yo soy inmensamente rica para ellos, quienes jamás entenderían que me gastara 200 euros en una chaqueta, y mucho menos 1000 en un alquiler. Pero me los gasto y me da por culo, y por eso mismo no quiero sentirme mal por ello.

Quiero ropa nueva y también quiero un mundo mejor. ¿Vosotros me entendéis?

Me siento impotente, egoísta y superficial. En este mismo orden. Estoy atada de manos, inmersa en el sistema y siendo totalmente consciente de ello. QUIERO ROPA NUEVA PARA MÍ, y también QUIERO ROPA NUEVA PARA TODO EL MUNDO.
¿Es muy ridículo querer cambiar el mundo con unos Marc Jacobs en los pies?
Va a ser que sí, ¿verdad?

Tengo que dejar de castigarme.

¿Alguien me entiende?

Puaj!

jueves, septiembre 15, 2005

¿Magia blanca? ¿O negra?

¿Os he dicho alguna vez que tengo 'Vitiligo'?

Cuando tenía siete años empezé a notar que partes de mi cuerpo se 'aclaraban' como por arte de magia. Podría nombrar aquí otra vez a mi buen amigo Michael Jackson pero voy a apelar a mi recién adquirido respeto hacia las decisiones de los demás y por una vez le voy a dejar en paz.

El Vitiligo es una enfermedad de la piel, la cual, por motivos aún desconocidos, impide la generación de melanina, y por tanto, del pigmento natural de la piel, que adquiere una tonalidad extrablanca. Los dermatólogos no saben a ciencia cierta las causas de este cese temporal de trabajo de las células epidérmicas. Muchos opinan que el estrés emocional sumado a una pobre herencia genética y a la conmunmente denominada 'putada del destino', son las causas principales de esta "enfermedad". No duele, ni pica, ni supone un riesgo para la salud. Simplemente es una deficiencia 'estética'. Algunos, quienes lo tienen muy desarrollado, sufren más las consecuencias. Otros, como en mi caso, lo tenemos más o menos controlado y hemos aprendido a vivir con ello. De todas formas, no deja de ser una tara y una lucha. Yo, personalmente, lo he probado todo. He pasado por manos de numerosos y prestigiosos especialistas y aunque a épocas he estado mejor sin que se me notara casi, no he conseguido librarme por completo de las 'manchas blancas'.

Siendo el único miembro de mi familia (la familia que tengo cerca y conozco) que padece de vitiligo, siempre ha sido un misterio para mí el origen de mi enfermedad.
Mi sorpresa fue llegar a Gambia y que propios y extraños me señalaran con el dedo y exclamaran: 'CULI'.
-¿CULI?... ejem....
-Culi, YES, CULI!! You have to drink the roots!! (Tienes que tomarte las raíces!)

Y entonces un buen día fuí a visitar al tío de mi padre, el hermano pequeño de mi abuelo y miembro más antiguo de mi familia africana. Mr. NGum, 95 años, 4 arrugas contadas, alto y en plena forma, me recibió con caramelos y a los 5 minutos se largó paseando hasta la mezquita principal de Banjul, porque era viernes y era el día del señor. Antes, pero, me tocó las manos, y me prometió cruzar el río para coger las raíces que me quitarían el Culi: un remedio ancestral de la familia, secreto y super efectivo, que había mantenido a ralla el vitiligo de generaciones y generaciones de NGum.

A la semana siguiente me personé en su casa otra vez, un poco incrédula, debo admitir, pero dispuesta a probarlo. Porque por qué descartar una posibilidad de curarme, aunque sea remota, y encima de forma natural: sin vitaminas prefabricadas, ni cortisona, ni pomadas que me costaban 45 euros el tubito.

Me dió unos diez ramilletes de raíces tipo regaliz, atados en fajitos de tres con tela de colores, envueltos en papel de periódico. Me explicó que tenía que mezclar los tres fajos con un litro y medio de agua y bebérmelo al día, cada día, excepto el viernes. Los viernes son el día de descanso, el día que Alah descansa, y por lo tanto, el día que yo no puedo beber para sanarme. Luego hicimos todos un círculo, mi padre, mi amiga, mi tía y yo, extendimos las manos en el centro y él rezó en voz alta (y en árabe) para todos nosotros. Y nos fuimos.

-Mr. NGUM, en tres semanas se me han ido el 50% de las manchas que tenía en la cara.

Y no sé que hacer... Si volver a Banjul y ponerle un monumento, o llevarle unas cuantas raíces a mi dermatólogo, el que me cobra 50 euros los 10 minutos de visita, para que la analice y la dé a conocer al mundo entero.

Mr. NGum

martes, septiembre 13, 2005

Otra vision..., en Panorama.

Llegué de Gambia y a los 4 días me examinaba de Filosofía del Lenguaje otra vez. Ni que decir que tenía 0 ganas de estudiar y 0 esperanzas de aprobar. Pero estudié y... APROBÉ. Y esta mierda de máquina no me ha dejado comunicar hasta hoy que ¡POR FIN HE ACABADO LA CARRERAAAAAAAA!!!

Si lo hubiera escrito el jueves pasado lo habría hecho con una tipografía del 24 o más, subrallado y en negrita. Ahora ya se me ha pasado un poco la euforia, aunque sigo igual de contenta, para qué negarlo. Me he quitado un GRAN PESO de encima. Lo que sigue ahora es la necesidad de averiguar a qué coño me voy a dedicar de ahora en adelante. Tengo planes, pero como siempre, son vagos y confusos. Lo primero es encontrar un trabajo que pague el alquiler y me de para comer. Lo segundo es encontrar un trabajo que me proporcione caprichos y me de libertad.

Por el momento sigo ZINKEANDO la manera de mantenerme a mí misma y no perder la paz y la alegría que he APRENDIDO durante las vacaciones. Africa me ha abierto los ojos, me ha liberado de prejuicios y de tonterías. Y lo más importante, lo que me da más seguridad, es saber que en esa sala vacía, fría y sin muebles que antes me negaba a abrir, ahora hay un montón de gente maravillosa esperando a que entre. Entraré pronto, se lo prometí. Y por ellos me alegro de poder empezar otra etapa, la de licenciada en paro (jejejej), pero libre y con mejores perspectivas de futuro.

miércoles, septiembre 07, 2005

Zinkeando

Me enteré del desastre del Katrina en el aeropuerto de Banjul, un par de horas antes de emprender mi regreso a casa. Hasta entonces todas las notícias que tenía del mundo eran pura y exclusivamente las que me procuraban mis propios ojos. En tres semanas había cruzado 3 veces la frontera entre Gambia y Senegal, dos por tierra y una por aire, lo cual me había dejado una visión muy clara de cómo están las cosas en Africa. El impacto más grande de esta visita mía al continente negro fue y será durante muchos años, la de las pésimas condiciones higiénicas que sufren sin apenas ser conscientes de ello. La miseria es palpable allí dónde vayas, tanto en Gambia como en Senegal. Estando allí el pensamiento que más veces tuve fue el de cómo era posible que los gobiernos no erradicaran de alguna manera esa terrible forma de malvivir. Venían a mi me mente preguntas estúpidas tipo: ¿Pero aquí la gente no paga impuestos? o ¿Cómo es que la gente no se queja públicamente?.

Mi estúpido pensamiento desde que ví las primeras imágenes de Nueva Orleans es: Sólo espero que no se suceda ninguna catástrofe de esta índole por las costas africanas. Porque si el gobierno de Estados Unidos no es capaz de resolver favorablemente la situación, no me quiero ni imaginar lo que les pasaría a los pobres africanos. Bastante tienen ya con lo suyo.

lunes, septiembre 05, 2005

Mi Gambia

Gambia huele a cacauete, incienso y mar. Todo junto y revuelto como si de una comunión de expatriados se tratara. Los gambianos también viven juntos y revueltos, comen juntos y revueltos y si, también duermen juntos y revueltos. Aunque la sangre no sea un motivo de unión, la amistad o el parentesco más lejano le da a uno la libertad de sentarse en el suelo y comer con las manos y del mismo plato, con sus semejantes.

En Gambia hay electricidad dos días a la semana y se goza de agua corriente tres o cuatro, pero a horas sueltas. El sistema de alcantarillado es una broma del gobierno, un chiste para que los tranquilos habitantes del país tengan un motivo de risa durante los 4 meses que dura la estación de las lluvias. Los niños andan y corren sucios y descalzos por las calles sin asfaltar, rodeados de gallinas y de cabras, y apedrean a los perros, los auténticos reyes de la libertad. No tienen piedad: nunca han amado a un animal y muchos, la gran mayoría, nunca han tocado a una persona blanca. 'TUBAB', esa es la palabra que designa a un blanco en Gambia. La palabra que les nace de las entrañas: tal y como te ven, te lo gritan en la cara, ¡¡¡TUBAAAAAAABBBB!!!

Gambia sabe a mango, a ataya y a aceite de palmera. El arroz es el alimento nacional, el sustento nacional. Los cuerpos atléticos y fibrados de los gambianos son una muestra de ello. Los chicos se reúnen por las tardes en las playas para practicar el fútbol, todos con chancletas y con camisetas de sus equipos europeos favoritos. El cielo abierto y las templadas aguas del Atlántico les animan a no parar hasta bién entrada la noche. Las puestas de sol son cortas, pero intensas, como si el astro rey estuviera demasiado agotado tras una dura jornada de trabajo. No importa si llueve a raudales, o si la humedad evapora el aire, el sol, omnipotente, se despide con desdén pero majestuosamente.
Siempre, sin excepción, la noche me ha pillado por sorpresa en Gambia.

Gambia es MULTICOLOR. No sabe de modas, ni de revistas, ni de maquillajes. Las trenzas y las telas de locos estampados se entremezclan con la necesidad de ir tapado, por pudor, porque ante todo, los gambianos son educados. Los taxistas adornan con flores sus coches destartalados, los niños venden agua embolsada en las esquinas, las jóvenes te asaltan con la mirada curiosa y te muestran su mercancía con dignidad: paracetamol, cocacolas y chicles. Ese es su imperio, su trabajo, y su día a día.

Una ama de casa gambiana se levanta con el canto del gallo, se lava, se viste y se va al mercado. Allí saluda a sus amigas, las que le enseñaron el arte del regateo, y compra pescado fresco, verduras varias y picante. Cuando vuelve a casa, limpia, lava y cocina para su hombre, sus hermanos, sus sobrinos, sus vecinos, los hijos de sus vecinos, y para ella misma. Lo hace con dedicación. Lo hace con amor. Todo en Gambia rebosa dedicación. Y también amor. Amor a los niños, amor a la familia, un amor intenso por Africa. The Black Continent lo llaman... 2, 3, 4 veces al día, y luego se ríen del calor y de la falta de agua y de las velas efímeras que se fabrican en Europa. Tubabs: para qué querrán ellos velas.

Gambia suena a jambés, a risas y al canto de los pájaros. Por la anarquía del tráfico y los ríos de personas que llenan las calles se diría que la gente está muy ocupada. Pero uno, irremediablemente, se pregunta en qué. Porque el tiempo no parece transcurrir. Se hace de día y de noche a una velocidad intermitente, fatigosa, pero cada jornada es igual que la anterior; y que la siguiente.

Si Nueva York es la Gran Manzana, Gambia es como una Papaya Gigante: bella, dulce, tierna, sabrosa y con un enorme corazón.

viernes, septiembre 02, 2005

Todavia soy incapaz de escribir

Nunca creí que escribiría esto a mi vuelta... pero llevo aquí dos días y todavía no me he readaptado del todo. No estoy ni aquí ni allí (otra vez igual), con la diferencia de que ahora "Allí" es un lugar tangente, lleno de colores, de sabores, de olores y de gente buenísima.
Les hecho de menos... , es todo lo que puedo verbalizar por el momento.