miércoles, septiembre 07, 2005

Zinkeando

Me enteré del desastre del Katrina en el aeropuerto de Banjul, un par de horas antes de emprender mi regreso a casa. Hasta entonces todas las notícias que tenía del mundo eran pura y exclusivamente las que me procuraban mis propios ojos. En tres semanas había cruzado 3 veces la frontera entre Gambia y Senegal, dos por tierra y una por aire, lo cual me había dejado una visión muy clara de cómo están las cosas en Africa. El impacto más grande de esta visita mía al continente negro fue y será durante muchos años, la de las pésimas condiciones higiénicas que sufren sin apenas ser conscientes de ello. La miseria es palpable allí dónde vayas, tanto en Gambia como en Senegal. Estando allí el pensamiento que más veces tuve fue el de cómo era posible que los gobiernos no erradicaran de alguna manera esa terrible forma de malvivir. Venían a mi me mente preguntas estúpidas tipo: ¿Pero aquí la gente no paga impuestos? o ¿Cómo es que la gente no se queja públicamente?.

Mi estúpido pensamiento desde que ví las primeras imágenes de Nueva Orleans es: Sólo espero que no se suceda ninguna catástrofe de esta índole por las costas africanas. Porque si el gobierno de Estados Unidos no es capaz de resolver favorablemente la situación, no me quiero ni imaginar lo que les pasaría a los pobres africanos. Bastante tienen ya con lo suyo.

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