Carta de odio a 'La asquerosa de la oficina'

Querida asquerosa de la oficina:

Te voy a contar lo que sé de tí que no saben los demás. O mejor aún, te voy a contar lo que sabemos todos de tí pero sólo yo me atrevo a manifestar:

a) Vas de fina por la vida. Y no está mal ir de fina y educada, si en realidad eres una persona refinada. Pero intuí que ese no era tú caso, cuando en mi primer día de trabajo te asignaron como mi "formadora" y me pusiste verde a media oficina, me dejaste colgada delante de la pantalla de un ordenador sin nada que hacer a la hora del almuerzo mientras tú te ibas a desayunar con tus coleguis, y fuistes, en general, una puta integral. Eso no es de persona educaca, porque ¿sabes que opino yo al respecto? Que eso no es ni de ser "persona". Además, llevabas unos zapatos muy feos. Y no es que hayas mejorado con el paso del tiempo. Me refiero a lo del vestir. Tu mezcla de marcas no te hace una tía fashion, te hace una hortera integral sin estilo alguno. Odio tus pantalones de tergal replanchados, esas camisas de zara replanchadas y esos zapatitos plateados del padeví, que creo no ir mal encaminada al pensar que no los planchas por temor a que se salte la purpurina que los adorna. En fin, que te podrías ahorrar todas esas miradas que te echas a tí misma cada vez que te levantas de tu silla para ir a recoger papeles a la impresora general, que por cierto, son muchas -las veces que te levantas y las repasadas que te pegas-, porque querida: NO ESTÁS BUENA, Y NO, NO MOLA NADA TU VESTUARIO.

b) Eres una petarda. Recuerdo perfectamente lo mucho que fardastes conmigo en mi primer día de trabajo, cuando sin preguntarte yo nada, empezastes a decirme todo lo que hacías y lo mucho que te dedicabas al trabajo, la de horas extras que hacías sin recibir remuneración alguna, y lo cansada que ibas. Claro, así no me extraña esa cara de amargada total que gastas día sí y día también. Al principio llegué a pensar que en vez de leche te metías un gran tazón de vinagre para desayunar, y que el gesto del rostro te duraba el resto del día. Luego me día cuenta, de que no, de que en realidad sí trabajas mucho, muchíiiisisisisisiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimo, porque cómo no ibas a hacerlo si eres LA LAME CULOS NÚMERO DOS DE LA JEFA. Ya sabes porqué te relego al segundo puesto de honor en esto. El trono, LA REINA DE LAS TREPAS, LA PETARDA NÚMERO UNO (que por cierto, es más fea que pegarle a un padre) es tu mejor amiguita del trabajo.

Hoy me ha encantado subir con vosotras en el ascensor y oír esa conversación tan interesante que manteníais. Sobre todo la parte en la que tu amiga, LA LAMECULOS Nº 1 te decía que este verano iba a ponerse trapitos amplios y ropita de mercadillo, y tú le has contestado, literalmente: "Ya sabes lo que piensan los jefes de la gente que va vestida un poco hippy. Aunque bueno, nosotras, como tenemos trato preferente, podemos ponernos lo que nos dé la gana, porque a ver, para qué mentir, las cosas como son... jijiji, jejeje...".
Casi te vomito encima, pero gracias a Diós durante todos estos meses he perfeccionado una habilidad impresionante para ignorarte, para hacer como que no existes, para no verte, tocarte, oírte, hablarte y mira por dónde, no olerte, porque vaya tela tu perfume tía... En fin, sin comentarios...

c)Te crees muy lista. Y por eso, y por todo lo anteriormente dicho, y por haberte oído hablar de temas de la vida en general, deduzco que te crees un mujer de mundo.
¿Sabes lo que haría yo contigo?
Ni más ni menos que coger y dejarte colgada aquí













con tus zapatitos de purpurina y tu cara de "yo me puedo permitir vestir hippy si quiero porque mi jefa no me va a regañar, jijij jejeje". Y no te cabrees, porque estoy siendo generosa en esto. Porque esto que ves es una calle de Gambia. Yo he estado en sitios peores del Africa negra, sitios en los que te dejaría allí sóla, en pelotas y con tu mejor sonrisa. Eso sería mucho peor. Pero no, te dejo ser tú misma y llevar tus atuendos. Qué empieze el juego...

Ala, hasta mañana, chatina...
Y no te pases con el vinagre que luego ya sabes lo contraída que se te queda la cara...

Tu archienemiga laboral,

Zinktuais