domingo, julio 24, 2005

Retratos

Muchas veces cualquier cosa te da la repuesta a aquello que te preguntas y de lo que te sorprendes y que no eres capaz de resolver por tí sólo.
Este último año me he sentido enormemente SORPRENDIDA por la necesidad adolescente de mostrarse al mundo en base a unos cánones estéticos, y la poca originalidad que se muestra últimamente para encontrar un estilo con el que identificarse.
Personalmente opino que cada vez hay menos diversidad y la sensación que me provocan los grupos de adolescentes con los que trato habitualmente es de miedo. Miedo a salirse de la raya, a no encajar, a ser juzgado injustamente; miedo a mostrarse tal y como uno es. Miedo, en definitiva, a que te excluyan.

Algunas de las personas con las que he hablado sobre esto insisten en afirmar que siempre ha sido así. Yo discrepo porque recuerdo mis años de instituto no como una lucha contra el miedo, sino más bién como una lucha por destacar dentro de la diversidad.

En mi instituto había toda una serie de 'bandas urbanas' que convivían perfectamente bien y sin ningún tipo de altercados entre ellas. Estaban los 'rockers', los 'cumbas', los 'skins', los 'rapers', los 'pijos', los 'deportistas', los 'empollones' que no iban de nada, etc. Cada uno se agenciaba con una determinada forma de vestir, una música predilecta y se unía a sus 'semejantes'. Uno se sentía parte de algo y encontraba así una manera de 'expresarse'.

Hoy en día todavía existen estos colectivos, pero su número es muy reducido. En general predomina la tónica de 'ir todos iguales' pero 'yo soy más guapo o guapa porque llevo ropa de marca y eso me hace mejor que los demás'.
Este año me ha resultado más difícil que nunca respetar a los 'adolescentes'. Cada día he luchado contra este sentimiento porque forma parte de mi trabajo lidiar con ellos. Pero me ha costado. Y esto ha derivado en reflexiones sobre hasta qué punto la búsqueda de la identidad propia lleva a la pérdida de la espontaneidad y a la sumisión.

La exposición fotográfica de Rineke Dijkstra que he ido a ver esta tarde ha encendido una pequeña luz en la oscuridad de estos pensamientos. Dijstra fotografía adolescentes "en situaciones neutras, en las que las convenciones sociales y culturales se hallan debilitadas". Algunas de sus fotografías me han mostrado que "la uniformidad gestual y de indumentaria de los estudiantes de secundaria no es suficiente para que resulten idénticos", y en resumen, que existe un equilibrio entre lo que uno quiere mostrar y lo que se muestra. Un equilibrio prácticamente imperceptible, pero existente. Sus fotografías son un testimonio de ello.

Puede que esta época que vivimos sea la época del Miedo, en todos los sentidos. Pero reconozco que he sido injusta en mis juicios y que la dificultad que implica dar el salto de la niñez a la vida adulta comporta muchas presiones. Somos los culpables, y a la vez los jueces y verdugos. Esto, también, tiene que cambiar...

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