domingo, abril 03, 2005

You got it

Hoy me hubiera gustado estar en Nueva York.
Levantarme a las 10. Descorrer las cortinas del hotel y ver la ebullición de la gente caminando por la calle. Asomarme y sonreírme y llenarme de los olores de la ciudad. Bajaría a desayunar y me sentaría en una cafetería donde un regordito griego con delantal me cantaría las delicias del brunch americano. Decenas de personas me mirarían con envidia a través de la ventana mientras presurosas se dirigirían a coger al metro para no llegar tarde a trabajar. Yo también les miraría con envidia por ser una parte incondicional de la ciudad. Me preguntaría de dónde son, de qué trabajan, dónde viven, dónde se divierten, qué les ha llevado a Nueva York y si son felices. Me recrearía con los cereales con fresas, el zumo de naranja recién exprimido y los bagels chorreantes de mermelada de frambuesa. Luego pediría café y el simpático griego me lo serviría directamente de la jarra mientras me diera conversación. Después saldría a la calle, a una soleada, ruidosa y efervescente calle donde me fumaría un cigarro y me tropezaría con un indio, un italiano, un vietnamita, un colombiano o un afroamericano al intentar pillar un taxi que me llevara a la Avenida Madison. El taxi estaría forrado de piel de cebra y ornamentado con estampitas de jesucristo. La radio sonaría a mil y una ininteligible voz anunciaría el número uno del billboard americano del momento, que sin duda sería una canción de rap o de hiphop. Me sentiría como una hija que ha llegado POR FIN a su hogar después de deambular por la Tierra sin rumbo fijo. Con una sonrisa de oreja a oreja le daría una propina del más del 20 % al conductor por su originalidad y sus buenas vibraciones. Y luego me pasearía por Madison sin prisa pero sin pausa, haciendo fotos, observando a la gente, mirando escaparates y por qué no, comprando.
Me comería un perrito caliente. O dos. Y luego decidiría caminar por Broadway hasta que mis pies me fallaran. Cruzaría el puente de Brooklynn, sólo por cruzarlo otra vez, y admiraría el skyline que tanto promete, que tanto abruma, que tanto engaña. Volvería a pensar que el skyline de Nueva York es una trampa, una cortina. Y haría más fotos. Pero no del puente, sinó de la gente que lo atraviesa: de los ciclistas, de los patinadores, de los judíos que salen de su 'macro-barrio-mini-sociedad' para ir a trabajar a la jungla, al bosque, a la CIUDAD. Volvería a envidiarles a todos, se me volvería a encoger el corazón e intentaría aliviar el dolor descansando un par de horas sobre la yerba de Central Park. Pero cuando llegara se me habría olvidado mi congoja porque las posibilidades que ofrece el parque me habrían vuelto a tentar. Alquilaría una bici y me lo recorrería de cabo a rabo, y mi único pensamiento sería 'si viviera aquí haría esto cada fin de semana'. Puede que hiciera una parada en la 'Green Tabern' para ir al lavabo y saludar con menosprecio a los ricos que hubiera allí comiendo. La chica de los lavabos me hablaría en español y me regalaría perfume y cerillas y me ofrecería la mejor toalla por ser también hispana. Quizá devolviera la bici enseguida o quizá me diera otra vuelta. Quizá me cruzaría con algún 'aguador' cubano que me haría descuento si le comprara una botella de agua y me invitara a alguna fiesta privada. Me recomendaría los mejores clubs nocturnos y me acompañaría al trozo de parque perteneciente a los peruanos, los que se pasan las tardes sentados debajo de un arbol, tocando jambés y cantando. Me sentiría feliz otra vez y volvería a envidiarles. Pero no me quedaría demasiado no fuera a ser que les cogiera demasiado cariño en poco tiempo y eso hiciera más duro mi regreso a casa. Volvería al hotel, me pondría guapa y me iría al Soho a tomar unas copas antes de cenar. Un guapísimo camarero de Arkansas con el pelo afro me despertaría las ganas de diversión, y poco a poco se iría haciendo de noche en la ciudad que nunca descansa. Probablemente volvería a tener esa sensación de que algo se acaba pero algo mucho mejor empieza, y me sentiría pequeña y anónima pero lo asumiría con alegría porque así es como uno se siente cuando está en Nueva York y se hace de noche y las luces de la calle y de las tiendas y de los bares se convierten en un ser más. Puede que cenara en un rascacielos o puede que cenara en un restaurante de Tribeca o puede que cenara en un pequeño bar del West Village. Puede que después acudiera a alguna inauguración o alguna discoteca. Pero seguramente intentaría reunirme con el cubano de Central Park y su 'amistosa' legión de compatriotas. Seguramente estaría bailando hasta las 6 de la madrugada, bebiendo y acordándome de todos mis amigos y de lo mucho que me gustaría que estuvieran allí conmigo para experimentar lo mismo que yo. Al acabar la fiesta vería como poco a poco se van apagando las luces de la ciudad y el sol por encima del Empire State anuncia un nuevo día. Desayunaría pizza con un montón de extraños, e inexplicablemente..., haría planes para el mañana.

'Anything you want,
anything you need,
anything at all,
YOU GOT IT'.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

7/04 - 17/04...
capaz o incapaz?

esta en tus manos que tus sueños se conviertan en un vestigio de realidad.. ;)
espero respuesta..

Anónimo dijo...

ni pregunto, pero deduzco que los planes los haríamos conjuntamente.Encara que la cançó fa referencia a l.abandó masculí, es todo lo contrario, cubanos, argentinos, argentinos y argentinos....nos encontraríamos con algun argentino residente en NY?pleeeeeeeeeeeease my good
Arwen

zinktuais dijo...

CONDICIONALLL!!! Son las cosas del querer... Besos!!

Anónimo dijo...

has de seguir escribiendo!!! escribe!escribe!
nos tienes olvidados
arwen