miércoles, mayo 30, 2007

LA MOVIDA

De los 12 a los 16 años, más o menos, yo formé parte de un grupo de "escritores" de graffity: los DMC (Demolición).

Mi rutina semanal consistía en ir al instituto de lunes a viernes, pasarme todas las tardes sentada en "La barandilla" de una calle del barrio de Pueblo Seco, o en un banco de una calle de Hospitalet -spot al que llamábamos "El Rincón del César"-.
Los fines de semana íbamos de discoteca de hip hop en discoteca de hip hop. Siempre íbamos a la misma hasta que la cerraban por ruido, o peleas, o por lo que fuera, y entonces abrían otra y la asaltábamos, y así hasta que un buen día pasamos página, y dejamos de movernos por ese mundillo.

Si lo pienso ahora, flipo mucho con la adolescencia tan movidita que tuve. Los mejores años de mi vida: quedábamos para pintar graffitis, para ir a taquear, para bailar break -o ver cómo bailaban-, los domingos por la mañana en el metro de la plaza universidad.
Creábamos fanzines y dibujábamos hasta la muerte para que publicaran bocetos nuestros en ellos.
Muchos, empezaron a cantar e hicieron grupos y muchos de esos grupos fueron promocionados en "Jams" -fiestas-concierto- por otros grupos de "escritores" (el ejemplo más destacado es, sin duda, 7 notas 7 colores).
Los grupos tenían nombre y algunos renombre, y los de renombre se caracterizaban por destacar en algún u otro campo: promoción de fiestas, discos y jams, pintar más o mejor, taquear más -o como decíamos entonces "bombardear"-o mejor también, e incluso algunos por ser rechungos o pertenecer a algún barrio rechunguísimos de la muerte, como San Andrés o la Verneda.

¿De cuánta gente estoy hablando? Yo diría que de unas 200 personas o más. Siendo chicas menos de 50.

Como en toda "sociedad" había jerarquías, y varias. Estábamos los peques (menores de 15) y los mayores (entre 18 y 25). La diferencia de edad en realidad nunca fue un problema que impidiera que nos relacionáramos con soltura unos con otros. Sí entraba en juego, sin embargo, el hecho de que pintaras mejor o peor, y sobre todo, con quién ibas, de qué grupo eras, si te molaba la música adecuada e incluso cómo vestías. Todo se resumía en si eras un Toy -un toyaco, para ser más concretos y despectivos si cabe-, o si por el contrario, eras de los buenos, y estabas "In". Se trataba de ser auténtico, de estar al día y saber relacionarte. Éramos jóvenes y crueles. Por encima de todo queríamos "Molar", y nuestra manera de "Molar" era tener la vena artística, cualquiera que fuera la tuya, desarrollada y en estado candente.

Me incorporé a "La Movida" gracias a mi hermano. Él me llevó por primera vez a Soweto, discoteca legendaria entre las discotecas de entonces. Fuí aquel día y no dejé de ir hasta que la cerraron.
Compartí e incluso conocí durante esos años a algunas de mis mejores amigas: Ruth -mi inseparable compañera de entonces con la cual iba a todas partes-, y al resto de las E.F.E: Elie y Elba.
Ruth destacó por sus bocetos de obras, Elie por taquear incansablemente y por su estilo, y Elba por "bombardear" con pegatinas. Yo no destaqué por nada en particular. Simplemente se me conocía por ir con quien iba. Supongo que yo fuí de las que supo cómo relacionarse. Estaba en todas partes, metida en todos los meollos, desde el principio hasta el fin: pisé todas las discotecas, las diurnas y las nocturnas, paré en todos los parques, a épocas, y con los diferentes grupos más "molones" y siempre se me conoció como La Fatou, la hermana del Jappa, de DMC. Siempre con Ruth a mi lado: Fatou y Ruth. Ruth y Fatou.


La Movida empezó a degenerar cuando crecimos y dejó de "ponernos" ir a una discoteca por la tarde a bailar hip-hop. La gente empezó a trabajar y salir de noche. Primero se puso de moda tripar y fliparla en locales gay como el Apolo o el Trocadero. Luego se pusieron de moda el maquineo, el trance y el ponerse hasta el culo de pastillas. Muchos siguieron pintando, o pinchando, o haciendo música.
Yo me cansé. Yo hize otros amigos que nada tenían que ver con el rollo. Sigo viendo a quien realmente quiero y a veces me cruzo con gente de entonces. A veces te hace mucha ilusión, a veces te haces el loko porque te da palo y no sabes qué hablar con ese o esa con quien tanto compartistes hace años pero al que ahora ves como a un marciano.

Me inclino a pensar que esos pocos años fueron cruciales para todos, para lo bueno y para lo malo. Hay mucha gente que ha acabado mal por las drogas, muchos aún se tocan las cicatrices que adquirieron en algunas peleas callejeras, pero muchos se decantaron por hacer arte, diseñar y dedicarse a la música en serio.

Empecé a escribir y a hacer fotos durante esa época. Y aunque yo no pinte, ni diseñe, ni haga música, sí sigo escribiendo y metida en la fotografía, y me encantan la pintura, el diseño y la música también. Estas son mis pasiones. Y sé que se lo debo a esos años, se lo debo a la Movida. Y me siento orgullosa por ello.

Y ya está.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

GRANDE. Y lo mejor. Ese "vivirlo entre los que estuvimos"... en el más cómplice de los silencios... me subo al carro... Tambien debo lo que soy a esa época...PAZ!

Mota

Anónimo dijo...

Que cojones! y sin romanticismos melancólicos! La comida que tengo hoy en la mesa se la debo a ese tiempo... Eso... y unos valores inquebrantables...Soul Food en este caso.