Estoy en el terrado de casa viendo como anochece, bebiendo, fumando y haciendo planes.
Me siento muchas cosas. Muchas malas, pero muchas buenas también.
A veces, cuando te hacen “la putada” y te cabreas, y no entiendes, y encima le sumas todo lo demás que te sobra y te duele… a veces, eso te hace sentir bien. ¿Por qué? Porque sabes que esa injusticia no te la mereces y te recreas en lo bueno que hay en tí.
Porque sentir que luchas por algo es mejor que no tener nada por lo que luchar.
Huele a comida. La gente se está preparando la cena. Hay parejas de ancianos cenando sentados en mini-mesas de terraza puestas en los mini-balcones que dan a este mega-patio de manzana.
Hay familias de palomas reposando pacientemente en los alfeizares de las ventanas. Intentan ubicarse cómodamente lejos de los cds vírgenes colocados estratégicamente para ahuyentarlas. Ellas no se rinden. Barcelona les pertenece, lo saben, y saben que lo sabemos.
Escucho el Tell Him de Lauryn Hill. Este tema siempre me invita a mirar el cielo, no importa si voy en bici, en coche o estoy sentada dentro o fuera de casa...
Tengo la piel de gallina, no tengo claro si es por el frío o por la falta de calorías en mi cuerpo.
Me acuerdo de Jessica y de la infinidad de momentos que pasamos aquí sentadas, bebiendo y fumando y haciendo planes.
Lo mejor de hacer planes cuando te hacen “la putada” y no puedes decidir si te sientes bien o mal, y notas como tu lucha es beneficiosa para ti y escuchas buena música y te regodeas con lo que te envuelve, es que en el fondo sabes que esos planes nunca se van a cumplir.
Siempre acabo las cosas así… les doy forma, las redondeo y luego me quedo tranquila…,
ESCUCHANDO MÚSICA Y BUENO…, ZINKEANDO.
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