lunes, noviembre 29, 2004

El Alquimista

"ES JUSTAMENTE LA POSIBILIDAD DE REALIZAR UN SUEÑO LO QUE HACE QUE LA VIDA SEA INTERESANTE."

¿Os habéis leído el Alquimista de Paulo Coelho?
Trata sobre un chaval cuyo destino viene marcado por los deseos de su padre de convertirlo en cura, de su rebelión al respecto y de adónde le lleva su voluntad de poder, sus propios deseos...


"Desde niño soñaba con conocer el mundo, y esto era mucho más importante que conocer a Dios y los pecados de los hombres. Cierta tarde, al visitar a su familia, se había armado de valor y le había dicho a su padre que no quería ser cura. Quería viajar."
Yo también he soñado desde niña con conocer el mundo, con viajar. Desde muy pequeña he sido consciente de los cambios que se experimentan al viajar, al cambiar de escenario, al alejarte de lo que ves cada día, incluso de a quienes ves cada día. No es sólo una cuestión de aprendizaje. Viajar es un afrodisíaco para el alma, una droga para mentes ávidas y dispersas, como la mía.

Y vosotros..., ¿qué le pedís a un libro? ¿qué esperáis sacar de su lectura? Que os entretenga, que os culturice, que os informe, que os haga pensar, que os lleve de viaje..., a la India, al Japón, a la Roma de Augusto César... No sé, cada uno sabe por qué lee, y por qué lee lo que lee.
Yo leo por curiosidad. Y mi curiosidad no es mi más ni menos que la necesidad de sentir que no estoy sola en el mundo y que todo lo que pienso, veo o siento ya lo han pensado, visto y sentido otras personas antes que yo, no importa si el libro data de hace 1 año o de hace 3 siglos. (En realidad, cuánto más clásico es el libro, mayor curiosidad siento al respecto.) Y cuánta más afinidad siento con lo que leo, mayor es la energía que me inspira la lectura, siento que hay más vida de la que puedo abarcar y eso me recuerda la urgencia de actuar. En realidad, leer aporta lo mismo que viajar: cuánta más afinidad sientes con la ciudad o país que estás visitando, sientes que hay más vida de la que normalmente abarcas y te prometes a tí mismo que no te vas a volver a acomodar, que no volverás a dormirte en tu camino y que lo único que vale la pena es actuar, moverte, no desperdiciar ni un segundo de luz..., o de oscuridad, que más da.

El Alquimista cayó en mis manos en una época en la YO QUERÍA VIAJAR POR ENCIMA DE TODAS LAS COSAS. Tenía muy claro que toda mi desmotivación y toda la carencia de sentido que reinaba en mi vida desaparecerían si me iba lejos, si cambiaba de escenario. Nada ni nadie podía convecerme de lo contrario. Nada excepto el Alquimista. Pero en vez de hacer la maleta y decir adiós muy buenas, me instó a quedarme y buscarle un sentido al sinsentido. Porque su viaje, el del Alquimista, no le llevó a encontrar lo que andaba buscando: un tesoro.
SU TESORO ESTABA EN EL LUGAR DE PARTIDA.
La moraleja del libro era, sin embargo, que lo que realmente importaba no era dar con el tesoro, sinó la búsqueda que lo llevó a partir en pos de él; que el viaje, ya sea exterior o interior, es lo que de verdad cuenta.

Reflexiono sobre todo esto (perdón por la forma desordenada en que lo hago), porque alguien a quién aprecio muchísimo se me va. Sí, se me va de viaje :-) No es un viaje de ida y vuelta. Es un adiós indefinido, y esta persona lo sabe, y no lo desea. Y ahora se me ha encomendado la misión de hacerle ver que es una oportunidad única, que no sólo no puede desperdiciarla sinó que debe asumirla con ilusión. ¿Qué le digo yo para que cambie de opinión? Sinceramente, me veo incapaz de aligerar su descontento.
¿Creéis que El Alquimista lo logrará?

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