jueves, enero 20, 2005

Conversación de Besugos. Vol. 2

Hoy he pasado el día en una especie de reserva para aves llamada 'La Cima de las Águilas'.
Hemos ido todo el curso, los 100 niños, los 4 profesores y los 4 acompañantes. Ha sido genial.

A la hora de comer, los niños se han esparcido por toda una explanada preparada con mesas de picnic. Cristina, una de esas niñas que parece que están como idas y que nunca se entera de gran cosa, no ha sido lo suficientemente rápida y para cuando todos los niños habían pillado sitio en las mesas con sus mejores amigos, ella estaba de pié en medio de la explanada con la bolsa de la comida en la mano y la mirada llorosa.
Me ha sabido tan mal que la he redireccionado a nuestra mesa, la de los 'profes', con la intención de que no sólo no se sintiera dejada de lado, sinó afortunada por poder comer en compañía de los adultos.

La niña ha flipado con nuestra comida porque hoy el cocinero de la escuela nos ha preparado un manjar de los que hacen época. Sutil y progresivamente le hemos ido inculcando que los bocadillos de queso seco y mortadela revenía no nos alegran los días de excursión, y hoy nos ha preparado unos suculentos bocatas de tortilla y un rico caldo de pollo.

Así que ahí estábamos, los 8 adultos y la niña, cada uno enfrascado en sus respectivos bocatas y respectivas conversaciones, cuando Cristina, viéndome verter un poco de caldo en mi vaso me ha preguntado que qué era eso que me estaba sirviendo. Queriéndo curarme en salud, no fuera a ser que, de pronto, a los 100 niños -incluída ella- les apeteciera un poco del rico caldo, le he susurrado que era zumo de piña pero que no se lo dijera a nadie. Inmediátamente y sin más preguntas (para mi sorpresa) me ha contestado con un vale y ha seguido mordisquenado su delicioso bocata de fuet sin ni siquiera pedirme un traguito. La respuesta habitual ( y egoísta) en un caso como este, habría sido 'De acuerdo, no diré nada si me das un poco a mí, SÓLO A MÍ'. Pero se ha quedado conmigo, y ha seguido comiendo como si allí no hubiera pasado nada, a lo que yo no lo he dado mayor importancia.

Al cabo de unos minutos, su profesor, que para bién o para mal no ha sido testigo de nuestra conversación, ha cogido el termo con el caldo, se ha servido un poco, y al percatarse de la presencia de la niña le ha espetado:

-Cris, cuidado con este termo, no lo toques.

Cris: -No tranquilo, si a mí no me gusta la piña.

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Profe: ¿Qué dice esta niña? ¿Que no le gusta la piña?

Yo: Mea Culpa.

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Profe: ¿Por qué? ¿Has echado piña en el caldo?

Cris: ¡Alaaaa, ¡¡qué asko!!!

Yo: ¡No hombre, no!

Profe: ¡¡¡¿Que no?!!! ¡Ya lo creo que es un asko! ¡Qué pena, con lo que me apetecía el caldo de pollo?

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Cris: ¿Pero no era zumo de piña?

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Profe: ¿¿¿Cómo???

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Yo: ¡Tooooma conversación de besugos! ¡Qué heavy!

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Besugo nº 1: ¿¿¿Cómo???

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Besugo nº 2: ¿¿¿Qué???

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Besugo nº 3 (- aquí la menda-) Conversación de B.E.S.U.G.O.S... ¿Nunca habíais oído esa expresión?

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Besugo nº 1: No. Pero esto ¿es caldo o es zumo de piña?

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Besugo nº 2: Zumo de piña, QUE NO TE ENTERAS! JUAS, JUAS, JUAS...

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