lunes, enero 31, 2005

Indigestión de quehaceres

En el instituto teníamos a un profesor de Mates que era de lo más pintoresco. Era durísimo, súper serio, pero a la vez uno de esos profes que no se ganan tu respeto. Su físico era su perdición: alto, ultradelgado, con joroba, manos enormes y arrugadas, gafas... Pero la peor parte se la llevaban su voz, sus andares, su aire de 'Voy por la vida resolviéndo complicadas ecuaciones, que vosotros, pobres imbéciles, nunca lograréis comprender'. Ya sabéis, el típico que siempre está como ensimismado y que cree que si siempre camina mirando hacia el suelo, el suelo le dará las respuestas que no le caen desde el cielo.

Pues este profesor, vamos a llamarle Mr.G, se convirtió muy pronto en el blanco de nuestra diana preferida: "Putear libremente a un profesor". Las bromas más elaboradas siempre llevaban su nombre impreso. Desde la típica paella (en la que por turnos vas gritándo: 'Mejillones!!!', 'Calamares!!!', 'Gambas!!!' y luego toda la clase grita: 'PAELLAAAA!!'), hasta tirarle pesetas que rebotaban estruendósamente en la pizarra, provocándole un amago de ataque cardíaco.

En menos de lo que tardaría un niño en gritar 'Mío' si le preguntaras '¿De quién es este sugus?', Mr. G adquiró una perpetua y perfecta actitud que combinaba el estar a la defensiva y el maltratar psicológicamente a sus alumnos. No digo que esté bien o mal. Sólo diré que nos lo teníamos merecido. Y también diré que él también se lo tenía merecido, porque no se le puede gritar '¡Vaca Burra! 'a una chavala de 14 años que está en la pizarra decidiendo dónde se coloca la maldita x de una ecuación, y quedarse luego tan ancho.

Un día, nuestros compis de primera fila (que eran los que más pizarra chupaban), aún a riesgo de ganarse 3 días de vacaciones en casa, se llevaron un magnetófono con la banda sonora de los Pitufos preparada, a clase. En el momento álgido y ya por todos sabido, en el que Mr.G se levantaba de su pupitre para increpar a la ignorante de turno que era una 'vaca burra sin futuro alguno', le dieron al 'play' y se hizo un silencio sepulcral. Mr. G, como si de un olor en vez de un sonido se tratara, se fué acercando lenta y pausadamente hacia los propietarios del magnetófono, con cara de 'cuando pille a la dichosa mosca cojonera ME LA CARGO'. Para cuando le quedaba un metro escaso para cazar al responsable de semejante falta de respeto, la canción alcanzó su punto ágido, y ese fue el momento en el que Mr. G. se ganó un lugar en el cielo, porque ese fué el momento en el que quedó rebautizado y expiado de todo pecado por los tiempos de los tiempos-amén-, porque justo en ese momento de la canción se oyó: CUIDADO PITUFITOS..., ¡QUE VIENE GARGAMEL!!!

Así que:
Gargamel-Internet --- Internet-Gargamel

Hechas las presentaciones, ya puedo llegar al punto de la historia al que quiero llegar. El motivo de este post. La inspiración de este post.
Un día, 3 años después de este incidente, un profesor me mandó ir a pedirle a Gargamel una llave. No me acuerdo para qué era la llave, pero eso no tiene importancia. Lo importante del tema es, que cuando al fin le encontré y le pedí la llave, su respuesta fué -después de mirarme como si yo fuera un ser de otro planeta-: 'ME LA HE TRAGADO. ME-HE-TRAGADO-LA-LLAVE.' Y sin más dilación, se dió media vuelta y se fué.

Momento estatua.
Momento '¿alguién más ha oído lo que me ha dicho este buen hombre?'
Momento ¡parad el tiempo! ¡rebobinad! REWIND, REWINDDDDDD!!!

Hoy he tenido otro momento estatua cuando me he sorprendido a mí misma haciéndome la pregunta '¿Dónde están las piezas del puzzle que te faltan para completarlo? ¿Dónde has metido las piezas del maldito puzzle de tu vida?' Y mi furiosa respuesta ha nacido en el acto, desde el fondo de mi subconsciente: ME LAS HE TRAGADO..., ME LAS HE TRAGADO - YO TAMBIÉN.

2 comentarios:

Poledra dijo...

Carajo, escupe, escupeeeeeee

zinktuais dijo...

toi en ello.. jejeje