lunes, diciembre 20, 2004

No puedo dormir

Son las 2:45 de un domingo por la noche. Es decir, estamos a Lunes. No me gustan los Lunes. Odio los Lunes. Aborrezco los Lunes porque nunca puedo dormir cuando es Lunes. (Los Lunes siempre van con mayúsculas... son demasiado pomposos como para quitarles ese privilegio).

Este insomnio que me mantiene alerta... ¿Alerta de qué? Alerta de mí misma. Alerta de mis sensaciones. Alerta de las decisiones que soy incapaz de tomar. Alerta de mi aburrimiento. Dijo Ciorán que 'el tiempo es la cruz donde nos clava el hastío'. Seguramente lo dijo en una noche de insomnio.

Cuando no puedes dormir, toda tu vida adquiere una nueva dimensión. Sobre todo si estás solo.
Tener insomnio equivale a la desesperación de esperarse a uno mismo. Es tan inútil, tan absurdo como eso. Esperas a alguien que ya ha llegado. Pero sigues esperando, y esperando... no se me ocurre una forma peor de locura.

Cuando no puedo dormir bebo y fumo, porque de esa manera hago de mi introspección una tarea más lúdica. Os invitaría a unas copitas de Baileys pero probablemente iréis ya por el tercer sueño. Si aparezco en él, seguramente estaré vestida para la ocasión, borracha y de mal humor, como Marilyn el día de su muerte. Sin embargo, y con vuestro permiso, dejaré eso de suicidarme para otra ocasión. Como dijo Rimbaud (RIMBAUD ES EL PUTO-AMO DE MI CORAZÓN):

"Desde el desierto mismo, en la misma noche, siempre mis ojos cansados se despiertan a la estrella de plata, siempre, sin que se conmuevan los Reyes de la vida, los tres magos, el corazón, el alma, el espíritu. ¿Cuándo iremos, más allá de las playas y los montes, a saludar el nacimiento del nuevo trabajo, la nueva sabiduría, la huida de los tiranos y de los demonios, el fin de la superstición, a adorar -los primeros- la Navidad sobre la tierra?
¡El canto de los cielos, la marcha de los pueblos! Esclavos, no maldigamos la vida."
(Una temporada en el infierno)

Dudo que alguien comprenda porqué escribo esto. Me da igual. Porque hoy, esta noche, sólo escribo para mí.
A veces escribir es tan significativamente insustancial como soñar.



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